No pretendo con esta pregunta, Carlos, exigirte ser consecuente ni nada por el estilo. Admiro la honestidad con la que has dado a conocer tus opiniones sobre tantos temas y pienso que lo último que mereces es que te premiemos esa honestidad pinchándote con comentarios tan cobardes como rebuscados.
No veo que venga a cuento hablar de pinchazos, ni de cobardía ni de nada de eso. Has comentado mi intervención y todo lo que dices es pertinente.
Cuando hablo de la responsabilidad de los votantes, no me refiero a su responsabilidad sobre una decisión u otra de los políticos, pues entonces sería obvio que los que no han votado a un político no son responsables de lo que hace.
Yo estaba hablando de la responsabilidad global de los votantes sobre la calidad global de la política de un país. Por ejemplo: se dice que hay mucha corrupción en la política y se culpa de ello a los políticos. Yo digo que la culpa es de (la mayoría de) los votantes, incluso de los que no han votado al partido corrupto de turno, porque con sus criterios de elección de voto contribuyen a que la corrupción salga barata a un político.
Hay muchos votantes que votan siempre al mismo partido, porque consideran que lo fundamental es evitar que gobierne el partido contrario (por simplicidad voy a suponer que sólo hay dos partidos relevantes, porque el multipartidismo afecta en poco a la idea general, y a menudo afecta para mal). Si los votantes aceptaran mayoritariamente que un gobierno moderado y honesto de derechas es mejor que un gobierno populista o deshonesto de izquierdas, y que un gobierno moderado y honesto de izquierdas es mejor que un gobierno populista o deshonesto de derechas, y no tuvieran inconveniente en votar una u otra opción en función de cómo lo ha hecho el último partido en el poder, de modo que, aunque tu partido sea el que más te guste, si resulta que hay corrupción en él, tú votarás al contrario, la actitud de los políticos ante la corrupción cambiaría. Si exponer los casos de corrupción y atajarlos fuera premiado por los votantes y no fuera más eficiente ocultarlos o minimizarlos, habría mucha menos corrupción y mucha menos connivencia. Si un líder político no pudiera decir que él no sabia nada de lo que pasaba y con ello conseguir que sus votantes lo sigan votando, sino que si tú has nombrado corruptos tienes que tener claro que ni los tuyos te van a volver a votar, sino que votarán al partido contrario, tendrías mucho cuidado en ver a quién pones en cada sitio y en vigilar qué hacen.
También se reprocha a los políticos que basta con que uno diga algo para que los del partido opuesto se decanten por lo contrario y sea imposible llegar a pactos de Estado sobre cuestiones donde no debería influir la diferencia entre izquierda y derecha. Y se dice que la culpa es de los políticos, porque sólo saben atacarse mutuamente y nunca colaboran. Pero yo recuerdo hace algunas décadas cuando se oía por la calle: Da igual votar a un partido o a otro, que al final se ponen de acuerdo. Los políticos reaccionaron ante esa mentalidad de los votantes y aprendieron que es mejor no ponerse nunca de acuerdo con el otro, porque si te pones de acuerdo con el otro, tus votantes dirán que no eres de izquierdas (porque coincides en algo con un partido de derechas) o viceversa. Y es ésa actitud de los votantes que valoran negativamente las coincidencias entre partidos opuestos y las interpretan como "desviacionismos" la que alimenta la actitud de los políticos por la que llevar la contraria al contrario es lo que más mejora su imagen y más les asegura la fidelidad de sus votantes.
Podría extenderme mucho más, pero sólo quiero añadir que todo lo que acabo de decir es, sin duda, simplista. La política es mucho más compleja que las cuatro ideas que he expuesto aquí. Hay muchos más factores a tener en cuenta, mucha más diversidad en la mentalidad de los votantes, etc., pero sí que afirmo que, en general, cuando uno critica una actitud general negativa de los políticos, hay que preguntarse: ¿lo contrario les haría ganar o perder votos? Y a menudo, si uno lo piensa fríamente, ve que los políticos son muy eficientes adoptando las actitudes que atraen más votantes. Y, si eso es así, las actitudes de los políticos son responsabilidad de los votantes que, con su conducta general, hacen que las estrategias que maximizan el número de votos difieran sustancialmente de las estrategias que conducen a una política de calidad.
He aquí algunas actitudes habituales de los votantes que fomentan una baja calidad de los políticos:
— Votar en función de las promesas electorales en lugar de en función de la actuación del partido gobernante y en función de una estimación de la capacidad y el criterio de los candidatos (no de sus promesas). Esto fomentaría, entre otras cosas, que los partidos eligieran como candidatos personas con un historial político a niveles inferiores de la administración que sirvieran de referencia a los votantes sobre su cualificación.
— Votar en función de las declaraciones sobre temas anecdóticos y colaterales, o teniendo únicamente en cuenta lo sucedido en las últimas semanas.
—Anteponer la ideología a la competencia y la honestidad.
—Pretender que los políticos hagan lo que sus votantes quieren que hagan, en lugar de votar a políticos con criterio y conocimiento para que tomen ellos las decisiones que estimen oportunas para luego valorar sus consecuencias. (Es como elegir un médico que te recete lo que tú quieras en lugar de buscar uno de cuya profesionalidad te fíes para hacer tú lo que diga él y no al revés. Yo nunca votaría a un partido que, ante una decisión delicada, consulta a sus bases para cubrirse las espaldas, en lugar de decidir según su criterio para que sus votantes juzguen luego si lo ha hecho bien. Yo no voy a un médico para que me pregunte qué quiero que me recete. Quiero un médico que sepa curarme, que para eso él es el médico y no yo. Si no me cura, cambiaré de médico, pero no buscaré un médico que haga lo que yo le diga, si no soy médico.)
—Valorar negativamente acuerdos y cesiones en cuestiones de Estado en lugar de justo lo contrario.
—Valorar positivamente medidas radicales aun a sabiendas de que van a incomodar a medio país, aunque ese "medio" sea "un poco menos de la mitad", y por lo tanto pierda democráticamente, con el coste que ello conlleva de continuos cambios de leyes a gusto de unos y de otros en cuestiones en los que podría haber un término medio que contente a todos. Eso lleva a radicalismos cada vez mayores y a una gran ineficiencia a largo plazo, por tanto hacer y deshacer.
Y así podría enumerarte y detallarte muchas actitudes más de los votantes que son la causa última de todo cuanto se censura a los políticos.
En el ejemplo de la vicerrectora y las elecciones de los rectores, la situación sería probablemente peor, porque no tengo una idea clara de qué criterios usa la gente para decantarse por una u otra candidatura a rector, pero me temo que serán peores aún que los que emplean muchos votantes en la política "de verdad". Y, en cuanto a el caso concreto del lenguaje inclusivo:
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20231019/universitat-barcelona-lenguaje-inclusivo-masculino-femenino-93525090Cada uno tiene lo que vota. Sin duda, si hablamos de un hecho en concreto, la responsabilidad es de los que votan a favor o en contra de quien defiende una u otra postura, mientras que las responsabilidades globales de los votantes son respecto de las características globales de la política, no sobre decisiones particulares.