Es que el método científico, tal como es concebido hoy, es relativamente moderno yo creo; en mi opinión, hasta 1600 y pico o por ahí, -en tiempos de Kepler, Descartes, Newton, Bernoulli...- cuando se empieza a distinguir entre “filósofos con matemáticas” y “filósofos sin matemáticas”, hasta entonces no empieza a utilizarse un método verdaderamente científico; incluso se dice que Galileo no llegó a probar en realidad eso de tirar dos piedras de distinta masa desde la torre de Pisa, sino que imaginó lo que podría pasar y a partir de ahí postuló su principio.
En un libro divulgativo, que leí, de Francisco Ynduráin Muñoz, (un matemático y catedrático de física español -que fue miembro del CERN y jefe del departamento de Física teórica de la UAM-) éste decía que la diferencia entre un genio y un hombre corriente es infinitesimal; y se basaba en la comparación de los cerebros de dos animales que eran muy similares; pero que, sin embargo, existía mucha diferencia entre la inteligencia de un animal y la del otro. Yo ahí no sé, porque la mayoría de las funciones del cerebro que se han estudiado en serio están relacionadas con funciones vitales que todos tenemos; del cerebro se sabe poco aún, la genialidad, o la creatividad, es un misterio que quizá pueda estar más relacionado con agentes fenotípicos que genotípicos con circunstancias externas.
En cuanto a los métodos matemáticos de Penrose no puedo opinar, sé que ha hecho especulaciones asombrosas relacionadas con al mecánica cuántica, pero no sé cómo las justifica matemáticamente porque ahí no llegó yo (ni mucho menos de ahí). La que más me llamó la atención, dentro de estas hipótesis, la leí, hace unos cuantos años ya, en el diario ABC: el artículo hablaba de eso que llaman experiencias después de la muerte (muerte clínica, claro, no muerte para siempre). Como espacio muestral para el estudio se tomaron pacientes, de varios hospitales, y un porcentaje grande de éstos había logrado relatar lo que había pasado mientras estaban intentado reanimarles; incluso describieron sucesos que ocurrieron en habitaciones contiguas. Varios médicos y psicólogos opinaban que se trataban de alucinaciones. El caso es que esto llamó la atención de Penrose y se puso a estudiarlo. Dedujo que alucinaciones no podían ser, dado que describían realidades constatadas por personas que estaban conscientes y con los ojos abiertos; y terminó afirmando que podría ser por lo que se llama en física cuántica “efecto túnel”; pero no me acuerdo de más. Muy sugerente, pero bastante atrevido, como ves.
Respecto de los sólidos pitagóricos, sé lo normal, e imagino que Penrose estirará el tema hasta lugares difíciles del alcanzar, como la conjetura de Poincaré o algo así ¿no?
Saludos.